Los celos, dos enfoques distintos: Beethoven, Tolstoi.

Ludwig Van Beethoven compuso su sonata para violín y piano núm. 9 Opus 47, entre 1802 y 1803. La parte del violín era extremadamente difícil de interpretar y necesitaba un auténtico virtuoso. La forma en que se gestó esta obra es bastante curiosa. El príncipe Lichnowsky le presentó a un excelente violinista británico que había tocado en Londres con Hayden; un atractivo mulato de 24 años que también era compositor, George Augustus Polgreen Bridgetower. Congeniaron y se hicieron amigos hasta el punto de compartir noches de juerga. El violinista solicitó a su amigo hacer un recital juntos, él al violín y Beethoven al piano, a lo que este último accedió. Llegado el día del estreno y sin apenas tiempo para acabar la composición, de la parte de piano del primer movimiento sólo existía un esbozo y de la parte de la partitura para el violín aún no se había secado la tinta. El recital, que tuvo lugar en Viena, fue un exitazo y Ludwig dedicó la sonata a Bridgetower. Pero he aquí que Beethoven, que era un enamoradizo como corresponde al romanticismo, andaba persiguiendo a una muchacha que también estaba siendo galanteada por el violinista. Finalmente ganó este último y Beethoven tuvo un ataque de celos. ¿Y qué fue lo que hizo? Pues dedicarle la sonata al violinista y compositor francés Rodolphe Kreutzer, que nunca llegó a interpretarla pues pasaba totalmente la música del compositor. Es así como ha llegado a nuestros días esta obra maestra, con el nombre de sonata Kreutzer. Una forma elegante de desahogar sus celos, castigando al amigo al ostracismo y dejando en paz a quien le despechó. Todo un caballero.

Lev Tolstói era ruso y los rusos están hechos de otra pasta, aunque nunca es bueno generalizar. El caso es que entre sus obras está la «Sonata a Kreutzer» que debe su nombre a la composición de Beethoven. En esta pequeña y magistral novela, coinciden unos personajes en un tren que mantienen una conversación sobre la conveniencia del matrimonio, en qué consiste el enamoramiento y sobre el divorcio que en aquella época empezaba a estar de moda, contraponiendo diversas visiones: la de una dama que defendía la libertad de ambas partes para consensuar el matrimonio, la del viejo comerciante que lo hacía del papel tradicional de la mujer sometida y la del abogado que cuestionaba la convivencia de aquellas parejas donde uno o ambos serán infieles o no se soportarán desde la primera semana de matrimonio teniendo que seguir conviviendo y provocando que la gente se diera a la bebida o se acabaran envenenando el uno al otro. En esto que un pasajero que había escuchado toda la conversación tomó la palabra para decirles que a él le había ocurrido la historia que contaba el abogado y que finalmente tuvo que matar a su esposa. Esto ocurre en las primeras páginas del libro. Lo que sigue a continuación en la novela es la narración de cómo llegó a este extremo. La novela fue censurada por las autoridades rusas. Pózdnyshev, el protagonista, defiende la abstinencia sexual (en la línea del pensamiento cristiano del que por aquella época Tolstoi era defensor) atribuyendo el desenlace a las pulsiones sexuales, el drama carnal que suele dirigir las relaciones sexuales. La esposa de Pozdnyshev se enamoró de un violinista con el que solía tocar la Sonata Kreutzer de Beethoven y que da nombre a la novela. “ …tocaron la Sonata a Kreutzer, de Beethoven”. – ¿Conoce su primer presto? ¿Lo conoce?… ¡Oh!… ¡Oh!… Al llegar a este punto, Pozdnyshev exhaló un profundo suspiro y se quedó callado durante largo tiempo. —¡Qué cosa más espantosa es esa sonata! Y ese presto es la parte más terrible. Sin embargo, toda la música es espantosa. ¡Qué es, pues, la música? ¿Por qué produce esos efectos?”

El libro al parecer refleja los sentimientos de celos que en aquellos momentos estaba sufriendo Tolstói como consecuencia del enamoramiento de su esposa Sofia Behrs hacia el compositor Serguéi Tanéyev, alumno de Chaikovski. La sonata que Beethoven utiliza como arma para luchar contra sus celos, es utilizada por Tolstói como la excusa para un asesinato.

La violencia de género es un grave problema que nos compete a todos. Escribiendo esta entrada he recordado una charla mantenida en una comida con un directivo de una entidad financiera hace ya algunos años. No recuerdo exactamente cómo fue que la conversación derivó hacia el maltrato hacia la mujer. En esto que el directivo hizo una afirmación que transcribo literalmente: «Yo sólo justifico el asesinato de tu esposa, en caso de infidelidad». Aunque puse mis objeciones a tamaña barbaridad, siempre me he arrepentido de no haberme levantado mientras lanzaba a su cara el contenido de mi copa de vino y le llamaba asesino en potencia. Quizás tendría que haberle puesto una denuncia, que no sé si ahora serviría de mucho y mucho menos hace casi 20 años. Tuve como testigo a un compañero que participaba en el acto.

2 comentarios en “Los celos, dos enfoques distintos: Beethoven, Tolstoi.

  1. Uy, me ha gustado muchísimo. Por supuesto no sabía nada de esa sonata.

    Sobre el tipejo de tu comida, me apuesto las dos manos, y no las pierdo, a que justificaba el asesinato por infidelidad pero él era infiel.

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    • Gracias por tu comentario Ana. La sonata es una de las grandes obras maestras de Beethoven. Se considera como una de las mejores versiones, si no la mejor, la interpretada por Yehudi Menuhin y Wilhelm Kempff. Respecto al tipejo, no me juego ni una sola uña contra tus dos manos.

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